A pesar de la influencia que tiene el Parlamento Europeo en la legislación nacional, concretamente en la española, no se percibe con claridad su valor. Todavía persiste entre los electores la imagen de que cada uno de los Estados miembros es el sujeto de una soberanía plena, cuando en realidad no es así. No se puede hablar en sentido estricto de una soberanía europea, pero, de hecho, es un concepto que se abre paso y que se concreta en emisiones de deuda mancomunada u operaciones de defensa compartida.

Desde hace mucho tiempo se habla de la necesidad de dar visibilidad a lo mucho que significa ser ciudadano europeo. El auge de los partidos soberanistas, contrarios al proyecto federal, es una buena ocasión.