Estaba leyendo el periódico en la terraza de mi bar de referencia, cuando se sentaron muy cerca tres damas de unos sesenta largos, se pidieron tres vermús blancos y comenzaron a hablar de sus maltrechas rodillas y caderas entre otros problemas. No pude evitar escucharlas porque hablaban bastante alto. Al acabar con la lectura, y mi nieto de jugar en mi móvil, me acerqué a ellas y les comenté que sus males eran normales para nuestra edad y que parecían tres exjugadoras de voley playa. Se miraron entre sí, soltaron una carcajada y se pidieron otro vermú blanco. Aitxitxe, les has hecho sonreír a las tres señoras, dijo mi nieto. ¿Y amuma también jugó al voley playa? Pues claro que sí, aseveré. No cuesta tanto empatizar con la gente mayor, lo necesitamos.