Madame Royal, no venga por aquí a probar los tomates de Gernika o Arteaga o Zarautz o Antequera o de cualquier otro lugar. Cómase los de la Provenza. Ya demostró su incompetencia durante su etapa como ministra de la República Francesa, tuvo que dejar la política y ahora se quiere reenganchar de nuevo despotricando de nuestros tomates, ecos o no. No le he oído nada en contra de sus paisanos agricultores y que reclaman sus legítimas reivindicaciones vandalizando los camiones españoles (únicamente a estos, qué curioso) y destruyendo o directamente robando lo que transportan. Ayer soñé despierto que por el puerto de Bilbao se restablecía de nuevo un servicio de ferries portacamiones, como el que hubo a finales de los noventa, hacia Inglaterra, Países Bajos y Alemania, evitando así el paso por su acogedor país. Nuestro nuevo y flamante ministro de Transportes no se ha enterado de que hay docenas de estos barcos parados y que se pondrían en marcha en un par de días. El medioambiente lo agradecerá, aunque aumente el consumo de biodramina. En fin, madame Royal, aquí seguiremos comiendo nuestras kipulas y usted, sus chalottes.