Uno pensaría que al entrar en la UE gozaríamos de libertad de tránsito de mercancías y personas, pero parece que eso es así siempre que los franceses den su beneplácito; si no se sitúan en la frontera y asaltan a nuestras transportistas, tirando los productos al suelo, haciendo que se pudran o como hemos visto esta semana simplemente robándolos. No sé a qué espera España a llamar a consultas al embajador francés, y desde luego si yo perteneciese al sector del transporte montaba piquetes en la frontera con Francia y daba de su propia medicina los gabachos, y es que no entiendo por qué este espíritu tan cristiano que tiene España de poner la otra mejilla; así pues o cesan estas hostilidades al derecho comunitario o dicha interrupción de transporte debería afectar a todas las partes; y es que camuflado en la lucha de derechos de los galos siempre pisotean a los españoles.