El Congreso ha aprobado la reforma del artículo 49 de la Constitución para quitar la palabra “disminuido” del texto sustituyéndola por “persona con discapacidad”. La votación ha salido adelante con 312 votos a favor y 32 en contra. Durante años, se nos han acuñado como si tal cosa los términos de “subnormal”, “inválido/a”, “minusválido/a”… Me gustaría que cualquier persona que lea esta carta reflexione cómo se sentiría si, en un momento dado de su vida, esa fuese la palabra con la que la definieran (al fin de al cabo, todas las personas podemos tener una discapacidad a lo largo de nuestra vida, naciendo con ella o adquiriéndola en algún momento). La noticia del jueves fue histórica, porque es muy importante cómo el nombre que damos a los conceptos los definen. No valemos menos que el resto, no somos menos normales, simplemente tenemos una discapacidad, pero ante todo somos personas como los demás, con los mismos sentimientos, derechos y obligaciones. Es más, somos más capaces de sobreponernos, más fuertes, más luchadores, más resilientes… por lo que nos ha tocado vivir. Siento como un gran avance que cambie la mirada hacia nosotros y nosotras. Soy Cristina, persona con discapacidad, pero también con infinidad de capacidades.