Siempre renegando de los genocidios pasados pero cuando nos toca vivir uno en directo, el del pueblo palestino por parte del gobierno sionista de Israel, la sociedad más pusilánime, sumisa y domesticada con sus líderes más miserables, indecentes y amorales miran para otro lado y no quieren enfrentarse al matón del patio, al macarra de la calle, al vecino psicópata, porque piensan que mientras aterrorice a otros, no les incomodará a ellos y ellas; vergüenza de esta humanidad deshumanizada, racista y fascista. 

Cuando termine ese digno y combativo pueblo viviendo en una reservas dentro de Israel, como los nativos norteamericanos en Estados Unidos, todos seran lamentaciones farisaicas y lágrimas de cocodrilo de esa parte de la sociedad que lo habrá consentido por la cruel pasividad de unos gobernantes sin dignidad y cómplices necesarios de la atrocidad.