La necesidad de unos de pasar página del alzamiento y posfranquismo, el ansia de otros de ser legalizados y participar de la política en primera instancia, facilitó una Constitución que pasó por alto que todos los españoles son iguales y tienen los mismos derechos y obligaciones. Juan Carlos I se encargó de demostrar que no era así, la hemeroteca lo avala, lo que no impidió que Felipe VI heredase la corona, aunque renunciase, como mal menor, a la oscura herencia paterna. Desde niña, a Leonor se le distinguió con el Toisón de oro, título de princesa de Asturias y futuro dinástico de reina. Franquistas, monárquicos, muchos republicanos y otros han logrado que la excepción sea la norma para privilegiados que nunca pasaron por elecciones. Quedan ciudadanos que ven esta ópera bufa como inaceptable, aunque no se les de opción a refrendo. Las derechas, indignadas, exigen votar la amnistía y atónitas con que los constitucionalistas, independentistas, republicanos, no comulgan con la una, grande y libre monárquica.