Una estudiante de Erasmus que pasaba unos días de visita turística en Bilbao, me aborda excitada al grito de “policía policía, I need pólice”. En la comisaría de la Policía municipal, la chica nos hace saber al policía y a mí que necesita (ojo, en pleno despliegue policial por la presentación del Tour de Francia), que se movilice un equipo de buzos para rescatar su smartphone, que accidentalmente se había caído a la ría. No damos crédito y le explicamos que no existe tal servicio, más que cuando se trata de personas, a lo que la estudiante angustiada responde: “¿Y si me tiro yo a por él, se movilizarían los buzos?” Mi carcajada y asombro se traduce ahora en preocupación por la seriedad con la que lo decía y evoco la pasividad en los esfuerzos por rescatar las vidas que se pierden en el Mediterráneo, y la despersonalización con que las autoridades actúan.