Vivimos en un salpicaderos de charcos con alpargatas de esparto, o eso me parece a mí. Es una sensación extraña y nueva. Hemos vivido tiempos difíciles y malos, pero los de ahora son peores miremos a donde miremos. La dictadura ya sabemos qué era y lo que podíamos esperar de ella. Pero ahora dicen que estamos en una democracia y la democracia es tan democrática que da derecho a que la destruyan los que por ideología, proclamas y hechos entran en ella para destruirla. A eso no sé como llamarlo o cómo se llama. Ya sabemos que estaba oculta bajo el manto del Partido Popular y en Navarra bajo el manto de UPN. Pero de ahí a que nos chuleen en la propia cara y vayan de demócratas es otro cantar. Pronto empezaremos a ver noches de cristales rotos, guantes de hierro, tatuajes nazis, máscaras de Adolf Hitler, Benito Mussolini y Francisco Franco, Primo de Ribera y sus mariachis, estandartes de legionarios con la imagen de Cristo, María y La Dolorosa. La incertidumbre cubre Europa y América, Occidente. Y eso es más doloroso que un guerra abierta en todos los frentes. El mordisco oculto y siniestro de tus vecinos puede amargarte la vida, mientras en apariencia no pasa nada, somos felices y comemos muchas perdices. Ojo al dato, Maquiavelo, que éramos pocos y parió la abuela.
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