Siento decir que no me encuentro dentro de mí, de mi ciudad, ni de mi tiempo oficial, televisivo, periodístico ni callejero. Es como si me hubieran congelado y viviera en otro tiempo, con otra gente, con gente joven que me encanta, porque llevan calcetines de distintos colores y los pelos. Me siento extraño. Porque tal vez, me ha dado algo en la cabeza que me ha vuelto majara. Me encanta cruzarme por la calle con gente de piel cobriza, negra, ojos brillantes, cabello oscuro, labios gruesos de beso, vestidos de colores, piel tatuada y niños guapos de muerte. Otro mundo. El nuevo mundo de los que morimos con Almudena Grandes. Pero resulta que hay otros mundos de futuro del bueno, como La otra realidad de Yanis Varoufakis. ¿Cómo sería un mundo justo y una sociedad igualitaria?