Abro el buzón y me encuentro dos cartas ordinarias con los datos de mi marido y míos de un banco en el que tuvimos cuenta que fue cancelada en 1995. Y nos piden que los actualicemos. ¿Cómo es posible que en ninguna de las tres oficinas en las que he intentado aclararlo tengan idea alguna de por qué se me pide la actualización, si no tengo ningún activo con ellos? Tampoco saben cómo actuar. Mucha Ley de Protección de Datos, pero me encuentro en mi buzón todos los nuestros.