Me da la sensación de que la bióloga Ana Obregón vive, como aquel otro que era presidente y se pensaba que un café costaba 80 céntimos: en un mundo paralelo de piruleta e ilusión. Fuera de la realidad. No todo vale y no vale todo parar todos. Ah, y como chascarrillo: esa niña es tataranieta del rey Alfonso XIII.