Nada ha cambiado desde hace mucho, muchísimo tiempo. La inmensa mayoría de la gente que aterriza en política no lo hace para servir al ciudadano, sino para servirse a ellos mismos. Todos quieren mandar y tener un despacho con su nombre. En el caso de la izquierda española, la cosa, me temo, está clara: cuantos más partidos surjan, mejor para la derecha. La aritmética castiga la dispersión del voto, de manera que cada vez está más cercana la posibilidad de que la izquierda no vuelva a gobernar en este país. Da igual que sean del Frente Popular de Judea que del Frente Judaico Popular.
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