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Cartas a la directora

La división que no cesa

Fue un 8 de marzo de 1908, cuando un grupo de obreras neoyorquinas reclamaron en las calles la jornada de 8 horas, entre otras exigencias. 129 obreras permanecieron en su puesto y murieron en el incendio provocado por los propietarios y la policía… Cuando escribo esto también es 8 de marzo, pero de 2023. ¿Qué ha cambiado? Pues salvo la atrocidad de quemar a las reclamantes en una pira monstruosa de derechos calcinados, y admitiendo el adelanto de las políticas progresistas paritarias –la paloma–, frente al inmovilismo reaccionario de la “pata quebrada y en casa” –el cuervo–, creo que aún es pronto para cantar la victoria de la miel sobre la hiel… A cualquiera que haya visto y oído lo que pasó en la sesión del Congreso cuando se votaba la reforma del solo sí es sí –desencuentros, acusaciones de traición y mutuas descalificaciones entre el gobierno de coalición incluidas– le entrarían no pocas dudas. Y mientras tanto, las manos de los resistentes a cualquier cambio renovador arden de tanto ser frotadas. A veces el zorro se implica en el problema de la liebre, pero no precisamente para ayudar… Se trata del infinito y repetitivo asunto, que siempre lo fue y al final castiga a los buenos y premia a los malos… Se llama división, discrepancias y torpeza sempiterna. ¿Hasta cuándo resistirá este Gobierno multicolor? Cuando en un edificio aparecen grietas…