ChatGPT se ha convertido en una herramienta de inteligencia artificial muy valiosa, pero también peligrosa según las manos en las que caiga. Las primeras alarmas en encenderse han sido las de los colegios y universidades, que no han dudado en abrir un nuevo debate sobre el uso de la tecnología en las aulas. Los estudiantes utilizan esta herramienta para hacer trampas en exámenes o en trabajos, y es sabido que el plagio está penado. Varias instituciones educativas del mundo han visto en ChatGPT una amenaza, hasta el punto de que en Nueva York y en ocho universidades australianas han prohibido su uso a los alumnos por considerarla una “trampa estudiantil definitiva”. Una vez analizados los usos y riesgos de esta tecnología, es necesaria la creación de una legislación robusta que convierta a la inteligencia artificial en aliada y no en enemiga porque, si algo sabemos, es que ha llegado para quedarse.