Es una puerta abierta al campo y a la casa. Libre, sin ataduras ni temporales ni eternas, es decir, como el infinito. Es como amar la belleza de los números, el color, las formas o la seda de colores. Es compartir, competir, cuando ganar o perder es lo mismo. Compartir la música, la danza, el ruido y el silencio. Algo así, difícil de definir, como los grandes sentimientos. El vapor de las flores, la hierba cortada o la cima de un monte, el esfuerzo y el sudor. Dar sin darte cuenta ni contar. Como el aire al respirar. Con ellos y ellas aprendes a vivir, a correr, a llorar y a luchar, el fracaso y el miedo. Por eso, el que no es tu amigo o amiga, se te cae como una estatua de ceniza, antes o después. La sombra agradable de tu sombra.