Incluso en la práctica de un deporte, el niño lo que necesita fundamentalmente es divertirse. Por eso necesita realizar cualquier actividad en grupo, necesita tener allí amigos con los que jugar y crear lazos que vayan más allá del propio entrenamiento deportivo. No pasa nada porque un niño quiera cambiar de deporte. Ellos y ellas van a ir viendo qué es lo que mejor se les da, sus habilidades, sus carencias, si están a gusto en el grupo, con el entrenador. Todo ello hará que tomen la decisión de seguir o de cambiar de actividad, pero deben de ser ellos y ellas quienes lo hagan. No vayamos a los entrenamientos de nuestros hijos e hijas. Nuestra presencia les condiciona y les presiona desfavorablemente. Dejémosles ese espacio de libertad donde sean ellos mismos y a través del juego se expresen y se encuentren a sí mismos. En las competiciones, no demos indicaciones, para eso está su entrenadora o entrenador, y tras las mismas dejen que sean los txikis quienes hablen, que expresen sus sensaciones y, entonces sí, démosles opinión y apoyo.