Un ministro ruso decía últimamente que están interesados en resolver los problemas que se acumulan en Ucrania, para que se eliminen todos los obstáculos a la evacuación de los civiles y la entrega de ayuda humanitaria. ¡Qué desfachatez! Que el dilema de esta cruenta guerra surge cuando las decisiones de un Estado para mejorar su seguridad supone e impone un incremento en la seguridad de los otros países. Rusia, que no es una democracia, es responsable de haber iniciado una guerra de consecuencias políticas inciertas y con un coste humanitario terrible e inaceptable.