Y Mambrú se fue a la guerra; a la enésima. Como siempre, sin saber muy bien por qué. Quizás vuelva para Pascua, pero nadie sabe si vendrá, do re mi, do re fa. Han vuelto a llamarlo a filas, se ha cuadrado y cogido su talego. Siempre lo tiene a mano. A veces vuelve, pero no tiene tiempo para tratarse la memoria. Viene pleno de vacío, con barba de profeta, harto de rancho, sordo de obús, con un lápiz ya menguado y un cuaderno que recoge reflexiones en noches inciertas de guardia, en el barro y en la arena, y un ojo que se le ha quedado reseco a fuerza de mantenerlo abierto mientras duerme. Es experto en éxodos, triajes y sabe lo que llega a doler el hambre y lo que valen una tregua y un abrazo cuando por fin las armas callan y las últimas volutas de humo se pierden dejando a la vista las ruinas. Lo que más le aterra es encontrar un juguete entre cascotes. Eso, y el llanto de una madre. No sé cuándo vendrá, do re mi, do re fa. Quizás para Navidad, quién sabe.NOTA DE REDACCIÓN. Las cartas no deben superar los 500 caracteres y deben estar identificadas con nombre y apellidos de su autor, así como la dirección, teléfono y el DNI. DEIA se reserva el derecho a la edición de las mismas.