Cartones
Los recuerdos de niñez suelen ser ojos de adulto con fantasía, la primera vez que oí la expresión vagabundo supongo que sería con 7 u 8 años de mano de mi padre, luego se convirtió en algo propio de mi jerga en el colegio, amigos y demás personas. Casi siempre por no decir siempre la palabra vagabundo era sinónimo de reparo, protección ante esa situación, algo así como ten cuidado, te pueden robar, secuestrar, ¿quién sabe qué cosa? El tiempo pasa y las piezas del mundo que creía ordenado, milimetrado, cambiaron de orden, los norteamericanos no eran tan buenos, los rusos no tan malos, y cualquier persona podría ser vagabundo. De hecho cuando los observo , me doy vergüenza: normalmente ellos o ellas están sentados o tumbados, con lo cual mi posición ya es de verticalidad; por otra parte, piden o escriben una demanda, la cual reconozco casi nunca la cumplo. Alguna vez creo que lo que piden es ser escuchados, entendidos, no juzgados, lo cual de nuevo reconozco me es difícil, porque mi cabeza rápidamente piensa; habrá sido una persona alcohólica, ladrón, estafador o cualquier rareza. Me niego a pensar que simplemente pudo tener contratiempos y lo que era su vida ordenada se volteó, entrando en una espiral de sinrazón, en un nudo gordiano de autodestrucción, donde la palabra caridad es una suave brisa que no impide la lluvia; donde la palabra decoro y limpieza son lapidarias; donde dormir a pierna suelta con tus zapatillas en la cabeza y tu cartón en tus riñones es una suerte de pastillas o alcohol, evitando las miradas y alguna patada furtiva. Alguien dijo lo esencial es invisible a los ojos, creo que tenía razón.