En vez de recibir los aires de los encinares castellanos, serrijones y colinas, encinas, pardas encinas, humildad y fortaleza, que amaba el poeta andaluz Antonio Machado y muchos de nosotros, percibimos olor a purines y femoral inmundo que han creado la derechona española, no los labrantines recios. De una actividad en principio noble como es o debía ser la política han hecho un oficio miserable y ruin por defender los intereses no de la gente pobre y necesitada, de las personas humildes y honestas, sino de los señoritos y el dinero; pero les saldrá el tiro por la culata, porque al final hay más pobres que ricos y aunque les pese la gente ya no es tonta y sabe con quién se juega los cuartos. Por eso están rabiosos, desbocados, mienten sin ningún pudor. Lo malo es que sus amigos de nuestra tierra les dan paños calientes y los apoyan en esa absurda y cruel batalla. Encinares castellanos. Encinas, pardas encinas, echadnos una mano y enviarnos por favor el viento dulce del sur para que florezcan nuestros almendros, cerezos, manzanos y amapolas.