Así han definido varios periódicos a la candidata propuesta por Trump para el Supremo. Dejando a esta señora aparte, me centraré en los dos términos. Antiabortista: persona que está en contra del aborto, es decir, que se posiciona en la defensa del no nacido que es indiscutiblemente, el más perjudicado en un aborto ya que es a quien se le cercena la vida. Ultracatólica: Ultra que es más que súper, hiper, lo más de lo más. Vamos, católica pero a lo bestia, en su más extrema expresión. En suma, que es clavadita a Jesucristo a quien sigue. Que quiere a los demás a tope, sin importarle quiénes son o qué piensan, que pide perdón cuando se equivoca, que defiende la justicia social y a los oprimidos, que se da a los demás sin medida hasta entregar su vida por ellos... Es evidente que la definición objetiva de estos términos no corresponden a la intención peyorativa y ofensiva con la que han sido escritos o dichos. A veces tanta inquina ofusca la inteligencia. O tal vez sea que quienes sostienen estas posturas son antirrespeto a las creencias ajenas o, lo que es peor, ultraignorantes.