Iván Espinosa de los Monteros ha afirmado que hay que tener unos 80 años para poder hablar del franquismo. Con 70 años puedo recordar que ETA nació contra la bota franquista y que magnicidios como el de Carrero fueron vistos como mal menor por la ciudadanía, excepto por los incondicionales. Esa etapa no entra en la memoria histórica de los que, con la constitución, exculparon a sus predecesores de los abusos cometidos y todos los que no prioricen la unidad de España son responsables de todos los males, hayan o no condenado a ETA. No hace falta señalarlos, porque su cotidiano ideario, refleja su intolerancia a todo lo que no sea mamar de los principios que heredaron, a los que no están dispuestos a renunciar. Estos días, las redes nos recuerdan los numerosos contactos que tuvo la derecha con ETA en su fase activa. Una vez extinguida y siendo todos los partidos elegidos por los ciudadanos, en democracia, no pueden soportar que el gobierno progresista dialogue con los que ven una concepción diferente del estado y la quieren defender con la palabra. Necesitan de ETA para justificar su apostolado al que nunca renunciarán, porque de él dependen las canonjías que disfrutaron sus antecesores y a las que, como legatarios, nunca renunciarán.