Pinta feo. Muy feo. Y en plena zozobra, el capitán y los oficiales se enzarzan en una discusión que comienza con el rumbo que ordena el primero y que cuestiona el timonel y sigue hasta que se mentan los muertos unos y otros. Mientras, la tormenta arrecia y los marineros se miran de reojo y, al unísono, aprietan, como siempre. Si hubiera alguien capaz de subir al carajo, advertiría a todos que se divisa tierra, pero no como épico objetivo, sino como muro donde muy probablemente unos y otros se van a dejar los piños. Tener la razón como sea y al precio que sea, ajena al interés general. Así ha sido Españistán desde que Rodrigo de Triana divisara costa al otro lado del charco. Apúrense, muchachos. Denlo todo. Si son creyentes, recen. Y si no, hagan como yo, y silben. Estos no nos van a sacar de esta.