Muchos de los que llevan días pidiendo cierres de fronteras o medidas de control a extranjeros son los mismos que aplaudieron en su momento la declaración del estado de alarma para que la huelga de controladores no les estropeara sus estupendas vacaciones. Algunos son los que llamaron a sus hijos que estaban de Erasmus para que se volvieran cuanto antes, saltándose la cuarentena del país en el que se encontraban. Otros cacareaban desde las terrazas de los bares que el gobierno tenía que haber tomado medidas antes. Unos pocos, quizás tengan una segunda residencia a la que escapar regalando generosamente su virus por toda la geografía. Seguramente cualquiera de nosotros pediría que el gobierno de su país lo sacara de Wuhan en contra del criterio médico y pasándose por el forro la cuarentena impuesta por un país soberano. A nadie le apetece lavarle la cabeza a un anciano porque tiene que estar a un metro de su boca, hay miles de enfermedades que se transmiten a esa distancia pero ahora sí que importa, antes no era necesario que un profesional pusiera los medios para realizar su trabajo respetando una serie de garantías sanitarias. A nadie le explicaron nunca lo de lavarse las manos, a nadie le dijeron nunca que debe tener jabón y toallitas de papel en los baños de su negocio. Tampoco el cerebro de un repartidor de pan le aconseja llevar guantes y algo tapando la boca para no ir repartiendo saliva encima de la cesta que lleva a la altura del pecho... Sí, amigos, así somos, Yo también.