Ayer fue el Día Mundial de la Muerte Gestacional y Perinatal. Yo no lo sabía. No lo he sabido hasta que me ha tocado vivir esa desgracia el pasado 11 de octubre, cuando perdí a mi hija tras cinco meses de gestación. Ante todo, quiero agradecer la atención por parte del equipo de matronas del hospital de Cruces, especialmente de Garazi y en general de todas las compañeras de Maite Arechabaleta. Son ángeles que extienden las tareas y responsabilidades de su profesión al apoyo emocional, la empatía e incluso el cariño. Gracias, Garazi, porque esa es toda la asistencia psicológica que recibimos. No solo en el hospital, sino a posteriori. No puedo entender que, tras esta irreparable pérdida, una salga del hospital con las manos vacías y el corazón roto, y no tenga a quien acudir dentro del servicio público de salud, máxime cuando somos varias las familias que vivimos este drama cada semana. Se me parte el alma cuando pienso en cuántas madres estarán ahora mismo como yo, viviendo su dolor, llorando su pena, sin un profesional que nos oriente, sin saber adónde dirigirnos. Gracias Garazi, Maite, por hacer este trago un poco más llevadero.