Un hombre salvadoreño y su hija de 2 años han fallecido en el Río Bravo después de tratar de cruzarlo para llegar a Estados Unidos. Los migrantes estaban en la ciudad de Matamoros, México, esperando a ser atendidos por la Agencia de Protección Fronteriza estadounidense para solicitar asilo. Ante el colapso general de la institución y la ciudad, atestada por la inmigración, decidieron cruzar el río. La imagen de ese abrazo póstumo se me ha clavado en la cabeza.

Falta ver ahora el impacto en los gobernantes europeos, en particular entre los más reticentes a acoger refugiados, o entre los que ponen condiciones, o entre los que directamente se niegan. Una escena que debería ser el espejo de un bochorno para Europa.