En las ya muy lejanas adolescencia y juventud de Simplicius, se llamaban piojos resucitados a esa clase de tipos advenedizos de poco o ningún fuste, que a base de mentiras, engaños, enredos, coba y peloteo, llegan a ocupar importantes cargos políticos o sociales, algunos de gran altura, que les llevan a a cobrar, no he dicho ganar, grandes sueldos, chupar jugosas prebendas y darse más importancia que aquel fantasmagórico sujeto conocido como El Pequeño Nicolás. Hoy la política española está llena de piojos resucitados, que le recuerdan a Simplicius unos versos antiguos que decían: Aquel que no ha sido cosa -Y al llegar cosa se hace-En llegando a hacerse cosa-¡Jesús! Y qué cosas hace.