Emilio Mola Vidal, general frío y conspirador fue el cabecilla en Nafarroa del Alzamiento Nacional. En su estrategia decidió actuar desde el primer momento con extrema dureza para amedrentar a la población. Confiaba en que la cerrazón mental tradicional de los carlistas y requetés, convenientemente orientados por las tropas acuarteladas en Nafarroa encendería el odio invadiendo “las provincias separatistas vascas”. La represión contra los simpatizantes de los vascos fue demoledora. Los rebeldes ocuparon todos los organismos públicos poniendo al frente a personajes sin más cualificación que su ferocidad y su incultura. Se equivocó, pues su acción reavivó los sentimientos muy difuminados de nación que compartían con sus hermanos vascos. Durante el franquismo y la Transición se fomentó la política de ignorancia de los vascos potenciando las relaciones con Aragón o La Rioja, lo que provocó el auge de UPN, partido que resume las ideas retrógradas del navarrismo corrupto y antivasco. A ello colaboró el Opus Dei que apoyó la inmatriculación de innumerables inmuebles a favor de la Iglesia católica. Además, aún hay que aclarar la misteriosa quiebra de la CAN. Y aún está pendiente de dar respuesta a la abrumadora demanda popular para dar sepultura digna a miles de enterrados en las cunetas.