Decía Resurrección Mª de Azkue sobre la H en su Diccionario Vasco-Español-Francés, año 1905, pág. 373: “Esta letra, séptima de nuestro alfabeto, representa no un sonido sino un ruido, el ruido de espiración. Por más que se llama H aspirada, con dificultad se encontrará un solo lugar en el País Vasco en que se aspire de hecho. Es elemento sin vida, no forma parte de ningún sufijo o elemento de relación. En los elementos de significación (nombre, adjetivo, pronombre, verbo, etc.) es un parásito, elemento prostético”. Decía el académico de Euskaltzaindia, políglota y teórico de la Guerra Revolucionaria, Federico Krutwig Sagredo, que nació precisamente en Las Arenas, que la H es una letra revolucionaria y con timbre de gloria. Ese Krutwig, que con un pseudónimo cuajado de haches, Fernando Sarrailh de Ihartza, escribió el libro Vasconia (1963) que en su parte Béllica decía: “Si las fuerzas de ocupación siguieren con sus medidas de tortura no se deberá nunca en dudar en el empleo de retalión (talión redoblado) para exterminar a los familiares de los torturadores. Se podrá emplear tanto el rapto como la eliminación física” (pág. 339) ¿¡Qué culpa tendrían los familiares!? La H revolucionaria... Puestos a excentricidades y a buscar tres pies al gato, podemos decir que, en realidad, en concordancia con la inicial grafía, la H es una letra hitleriana.
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