No es mi intención juzgar el cierre del Colegio de la Milagrosa de Barakaldo. Bien o mal, ya lo han hecho otros. Lo que si quiero destacar es la vergüenza que me produce la forma en que Barakaldo despide a las Hijas de la Caridad, después de 104 años de servicio en el entorno de la Fundación Miranda. Un servicio dedicado a la atención, de acuerdo con los fines de la Fundación, de las personas más necesitadas de nuestro pueblo, tanto como asilo, como orfanato, como guardería y como colegio. E incluso como hospital en tiempos de guerra. Es lamentable que cuestiones económicas y administrativas, provoquen el olvido y el silencio, intencionado o no, de tantos años de servicio de las Hijas de la Caridad en Barakaldo, y que estas tengan que salir, como se dice coloquialmente, por la puerta de atrás.
Sirvan estas líneas de llamada de atención a quien corresponda, para que no quede en el olvido y sin agradecer debidamente, todo el servicio prestado por la Hijas de la Caridad en Barakaldo, porque es de bien nacidos, el ser agradecidos.