Todo estudiante del desastre de la guerra sabe que la confrontación directa nunca es la mejor estrategia para derrotar al enemigo. Además de darle una poderosa razón para la unidad, se le permite movilizar y organizar una fuerza capaz de responder cualquier agresión. No solo la guerra será mas larga sino bastante más cara. En cambio, si nos anticipamos al conflicto y conspiramos para dar el poder político a la persona más inútil, someteremos fácilmente su voluntad y, cuando nos interese, provocaremos su destrucción. Con Donald Trump resulta cuando menos siniestro preguntarse: ¿quién está detrás?, ¿qué es lo que quiere?, ¿cuál es su enemigo?
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