“Quien no puede limpiar su casa no puede limpiar España de corrupción”. “Mientras el PP no apueste por la renovación y la regeneración”. Las seis condiciones que exigió Rivera para empezar a negociar “en serio” la investidura de Rajoy parece que surtirá un efecto interesante. Son seis requisitos preliminares que, en caso de ser aceptados, justificarían el fin del veto personal que hasta ahora Rivera ponía al presidente en funciones. El obstáculo para negociar “de verdad” tenía nombre y apellidos. Ahora, con el paso al posible voto afirmativo, Rivera ha deshecho una absurda estrategia que consistía en plantear un doble pulso: a los socialistas, para que cambiaran sin más su negativa a Rajoy por una abstención, y al PP, para que cambiara de candidato. Rajoy, practicando su parsimonia, no estaría dispuesto a considerar la posibilidad de tirar la toalla, porque probablemente algunos habrían explotado... Y además tenía a Ana Pastor en el Congreso para fijar la fecha de Investidura. Veremos cómo le sale la jugada a Rivera.
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