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Con luz propia

Cada persona es quien es, y tal y como es, con sus virtudes y sus defectos, con sus fallos y sus aciertos. No necesita entrar en competencia con nadie para ser quien es, y mucho menos para reafirmarse como ser humano. Además, el hacerlo, sería improductivo. Tampoco su valía personal está en función de cómo la valoren los demás. Nos podrán alabar. Nos podrán criticar. E, incluso, nos intentarán comparar, hacer de menos o empequeñecer. Unas veces nos darán luz; otras, nos intentarán apagar la nuestra para que así puedan brillar más. Pero no lo conseguirán, pues cada persona brilla con luz propia. Es única e irrepetible. Ni mejor ni peor, con sus luces y sus sombras, con sus miedos y sus fortalezas... con su pensamientos y sus emociones. Todo esto somos, y mucho más. Nadie tiene el poder de menospreciarnos, pues no somos objetos a los que se les pone un precio. Si sabemos quienes somos, no tenemos que demostrar nada. Y aún menos someternos al criterio de los otros. Las opiniones y los juicios sobre nosotros son de los demás; y nuestra circunstancia vital nos pertenece única y exclusivamente a nosotros