Estamos inmersos en plena fiesta de la democracia, y los fastos continúan. Volveremos a votar en junio. Si algo ha quedado claro dentro del juego democrático, que dicho sea de paso facilita la posibilidad de formar gobierno no necesariamente a la agrupación más votada, ha sido la incapacidad de los partidos políticos en ponerse de acuerdo. Las ansias de poder han suplantado a la responsabilidad del sentido de Estado. Eso sí, todo ha sido en pro de la democracia; pero unos y otros se han retratado en estos cuatro meses. Están los que han buscado un sillón a toda costa, los que se han sumergido en el río revuelto, los que han estado en posición de retaguardia a la espera de que los otros se desgastaran... Han convertido el juego democrático en un pésimo espectáculo protagonizado por políticos egoístas. Y los ciudadanos estamos hasta las democráticas narices de sus democráticos comportamientos. Que siga la juerga de la democracia que nuestros políticos están disfrutando desde diciembre. Señores, no se preocupen. La factura ya se la pagaremos entre todos.
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