A río revuelto ganancia de pescadores y hay más gente en el río de la que creemos. Todos los partidos políticos se rasgan las vestiduras e inculpan al resto de la necesidad de nuevas elecciones, porque con ellas todo el mundo pierde, pero no todos. En ese histriónico escenario en el que nadie quiere ceder nada salvo lo imprescindible para que no le inculpen de las consecuencias, hay una figura discordante que no tiene una mala cara ni habla nunca mal de nadie, sino de entenderse, de llegar a acuerdos aún con concesiones, de no gastar innecesariamente en propaganda electoral, pareciendo un ángel entre tanto villano. Pero si recabamos en su hemeroteca vemos que su legalidad viene de un pasado no democrático, herencia de quienes, por derechas o izquierdas, han gobernado en los últimos decenios y que paradójicamente ejerce de árbitro de la democracia, cuando jamás su cargo se le ha otorgado por votación popular, sino por decisión de aquellos a quienes les ha interesado preservar su figura, sin rechistar, independientemente de sus orígenes. Esto es parte de lo que hoy llamamos democracia y lo será, que no hace mucho alguien dijo “Spain is diferent”.
Hoy por hoy algunos siempre pescan y si el agua se enturbia, mejor. Para ellos nunca hay veda.