Que se pare el mundo, que yo me bajo
Esta célebre frase del genial actor cómico Groucho Marx viene a resumir el hartazgo ante las situaciones y disparates que uno ve a su alrededor, y dan ganas de salir corriendo y abandonar el planeta. Madres coraje, como Juanita Llinares, se han convertido en un símbolo de los ciudadanos indignados, víctimas de la crisis y los recortes salvajes. Ella no puede bajarse, no se lo puede permitir, protesta en la calle, tiene una hija tetrapléjica que con los 400 euros que cobra por su discapacidad (de los cuales 300 son para la residencia en la que vive), únicamente le quedan 100 para sus medicinas y productos básicos. "Esta es la política sin corazón y sin alma del PP".
Familias que este invierno deberán elegir, entre encender la calefacción o comprar los medicamentos que necesitan sus familiares con enfermedades crónicas, mientras el gobierno apoya a las eléctricas, que cortan el suministro a las familias con necesidad extrema. Estas fechas entrañables que se acercan ¿harán revolver conciencias o avanzaremos sin remedio hacia un modelo de estado muy pequeño y servicios a cambio de contraprestaciones?
María Olga Santisteban Otegui