El 8 de noviembre, tras una penosa enfermedad, falleció mi ama Begoña Quintana en el hospital de Sta. Marina. Como hace poco nos decía un buen amigo. "Cuando la medicina no puede curar, tiene al menos que aportar alivio y consuelo", aportaciones que no encontró en el peregrinaje por los centros de la sanidad privada, y que finalmente encontró en Santa Marina, gracias al extraordinario equipo de médicos, enfermeros/as y auxiliares que lo componen.

Nuestro eterno agradecimiento a su médico de cabecera doctor Gómez, a su doctora en Sta. Marina Ana Bañuelos por su saber hacer y su calidad humana; a Irene, la psicóloga, por hacerme derramar tantas lágrimas que al final tanto me han consolado, al sacerdote y a la madre Mercedes y a todos cuantos nos han ayudado a pasar este duro trance.

Eternamente agradecidos.

Edurne Zorrozua