Comparaciones odiosas
El asunto de la independencia de algunas nacionalidades que pertenecen a un Estado, en algunos casos, raya la histeria, mientras que, en otros, es una decisión que se somete a referendo de los ciudadanos con normalidad, sin rasgarse las vestiduras y sin ruido de sables... lo que no dejan de ser comparaciones odiosas.
Pero claro, eso depende de algunos factores que pueden ser positivos o negativos en función de la tolerancia o la intolerancia con que se aborden y/o se asuman, pero sobre todo en la democracia real que existe en esos países donde prima la voluntad de las personas sobre la imposición y la fuerza, como es el caso de Gran Bretaña y Canadá.
Los casos de referencia en estos momentos, con diferentes quimeras, son los de Euskal Herria y Catalunya, por un lado, y Quebec y Escocia, por otro, aunque existan muchos más pueblos con los mismos derechos y anhelos de ser independientes de países en los que se sienten subyugados. No olvidemos, que en función de la actitud del país que ostenta la supremacía, la separación se desarrolle pacíficamente (positivo-democrático): Chequia/Eslovaquia, países Bálticos... o bien con opresión y conflicto bélico (negativo-antidemocrático): Croacia, Bosnia, Macedonia...
Hace unos días lo dejó bien claro un exgeneralito del Ejército español en el programa El gran debate de Telecinco: Catalunya no podrá ser independiente... España no se romperá jamás... Rajoy y el Gobierno deberían dejarlo bien claro...
Se le vio el plumero fascistoide y dictatorial franciscano de donde procede y es que sonaba a ruido de sables; aunque sometido al acoso de algunas preguntas incómodas de alguna periodista catalana, cambió la chaqueta y se puso la de demócrata, que si la sacra Constitución no lo permite, que si lo tienen que decidir todos los españoles... ¿Y por qué no todo Europa? Es tan incongruente, como si para poder separarse una mujer lo tuviera que decidir su marido.
No quiere decir que una consulta de independencia se vaya a dar por el solo hecho de convocarla, existen muchos impedimentos, ataduras, miedos, inquietudes... pero la única forma de saberlo es la consulta democrática y libre de los ciudadanos de esa nacionalidad. Llevar las cosas por otros derroteros es seguir imponiendo y subyugando con la fuerza sobre la voluntad.