Convivir es muy fácil
Viene siendo ya una práctica muy extendida que para que cuatro marujas monten cómodamente en el ascensor del metro, las personas con movilidad reducida tengamos que ir sin espacio para desenvolvernos con soltura. Y yo me rebelo ante esta injusticia, porque no elegí vivir así y no tolero la prepotencia con que estas personas, amparándose en la primera excusa barata que se les ocurra, reivindican su supuesta prioridad.
Debería ser un servicio que nos brindase la oportunidad de desplazarnos holgadamente y sin apenas notar nuestra disminución.
Tras sufrir un trágico accidente y tener que convivir con las consecuencias que conlleva, no estoy dispuesto a permitir que una sola persona más me vuelva a decir otra vez que me aprovecho de mis circunstancias para montar en el ascensor del metro.