Me preparo para ir al concierto de The Cure en el BBK Live: una buena siesta para aguantar la noche, una zapatillas cómodas en vez de sandalias y, colgado en la bolsa, el vaso de reciclaje, conseguido en las pasadas fiestas de Aste Nagusia, y conservado para momentos de cualquier jaia. Me dirijo a la barra para pedir una cerveza y para mi asombro el camarero me dice que tienen orden expresa de no servir en el vaso que yo llevo y que tengo que usar inexorablemente el vaso de plástico de usar y tirar (el que llevo es exactamente igual en proporciones y forma que el que me da). Vacío en mi supervaso de reciclaje la cerveza y, efectivamente, pasados unos segundos, el vaso de usar y tirar no se usa pero se tira.

¡Toma ya! Después de ganar la larga y difícil batalla sobre la utilización de vasos de plástico en jaias, llegan los modernos de BBK Live y a cargarse las mínimas cuestiones de sostenibilidad: ni una sola basura de reciclaje y un no rotundo como respuesta a mi vaso (ya que lo intenté en cada cerveza que tomé, obteniendo como respuesta el "no puede ser, son las normas" del camarero de turno). Una cartelera espectacular pero inadmisible ignorar, en un festival en pleno siglo XXI, la cantidad de residuos que genera.