Síguenos en redes sociales:

Agur, ikurriña maite

Me siento feliz cuando veo ondear la ikurriña. Me habla de ideas afines, del encuentro de un pueblo, del mío. Me hace sentir emociones compartidas y recordar también a aquellos que dieron su vida por el ideal que representan: Un pueblo hermanado. También me hace reflexionar, y me digo que una seña de identidad es poco si no va acompañada de la sustancia que representa, la cual debería ser consustancial a nuestro pueblo. Un pueblo digno, respetuoso (empezando por el respeto a uno mismo), valiente, con memoria ancestral, pero también con clarividencia para hacer que sus raíces den frutos evolutivos adaptándose a cada momento.

Ese pueblo, oigo, podrá portar con orgullo su ikurriña, por ello pido como Aita Patxi lo hacía, decía así: "Los cinco años de Teología que he estudiado no me servirían para nada si no fuese capaz de tender mi mano al próximo como a un hermano". Y ahora una petición a nuestros queridos dibujantes: Un diseño para las próximas fiestas; un hermanamiento entre éstas y la ikurriña. Un solo tapiz o pañuelo de cuello en que se plasme la ikurriña y la bandera del Ayuntamiento de cada pueblo en fiestas, "para portada de nuestras casas, también".