La resaca mundialista nos da de bruces con la cruda realidad. Por supuesto que los españoles tienen todo el derecho del mundo a celebrar lo que les dé la real gana (faltaría más) en este país lleno de contrastes. Pero pienso que también tenemos otros derechos (yo diría, casi obligaciones), de las cuales estamos haciendo dejación ostensiblemente.

Dicen que el fútbol es el opio del pueblo. ¿O era la religión? ¿O es que quieren convertir el fútbol en una religión? De lo que no me cabe duda es que le viene muy bien al poder para tener a los pueblos adormilados. Quiero decir que también tenemos derecho a rebelarnos ante las injusticias, a protestar ante las medidas antiobreras que está tomando este Gobierno pseudocialista con esta nueva reforma laboral (¿cuántas van?).

En perfecta simbiosis con el empresariado, la banca y los sindicatos mayoritarios no tienen ningún empacho en eliminar de un plumazo tantas y tantas mejoras para la clase obrera que tanto trabajo, que tantas luchas y tantos sacrificios nos había costado conseguir.

Y la pseudohuelga del miércoles no ha servido, desde luego, para nada, porque cada cual sigue pensando que sólo él tiene razón.