No es sólo un país para viejos
El pasado 4 de septiembre falleció mi amigo Guillermo en un trágico accidente de moto, a la edad de 27 años. Entre el dolor y la incertidumbre de lo que es la muerte para mí, como para cualquier joven, mi sobrino de apenas 5 años preguntó: "¿Y por qué no se tiró de la moto si veía que se chocaba?". Estaba preocupado porque está descubriendo el significado de la muerte y le da miedo. Por desgracia, dentro de unos años se le olvidará que existe la posibilidad de desaparecer a cualquier edad y perderá ese miedo.
Con esto, sólo quiero animar a los jóvenes que lean esta carta, a la concienciación, al respeto y a la precaución, por ese orden, en la carretera. En concreto, por la parte que me ha tocado y tras este trágico fin de semana, ruego a los motoristas que sean conscientes de lo que tienen entre las manos, de toda la potencia que manejan en tan sólo una rueda y, sobre todo, de que su chapa es su piel. Debemos ser conscientes de que el cielo no es sólo un país para viejos. Guillermo, tus amigos jamás te olvidaremos.