Quiero dar las gracias a ese conductor tan simpático que el sábado al mediodía, cuando más llovía, no paró en uno de los pasos de cebra de la calle Pablo Alzola, a pesar de verme con el niño en brazos y tirando del cochecito, y que ni siquiera se dignó a parar a ver qué había sido el golpe que sonó cuando el paraguas le dio en la parte trasera del vehículo. Una pena que no hubiese una patrulla cerca. Gracias.
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