Los gobiernos españoles parece que una vez más carecen de memoria histórica. Refresquémosela entonces.

Allá en el siglo XIX, cuando los cubanos eran súbditos españoles, pidieron algo tan simple como tener autonomía. Como os podréis suponer, España se negó rotundamente a conceder autonomía.

Evidentemente, la próxima vez los cubanos tenían claro lo que querían, nada de medias tintas, independencia y punto. Pues la libertad es el estado natural de las cosas, al igual que libres venimos al mundo. Entre 1868 y 1878, fracasa Cuba en su primer intento de independencia. Tras la paz de Zanjón, el general español Martínez Campos falta a su palabra (¿os suena esto?) de promover reformas legales para cambiar el estatus de la isla. En 1895 estalla la segunda guerra de independencia perdiendo España definitivamente la isla en 1898.

Hoy, en el siglo XXI, Euskadi y Catalunya están obligadas a tener un enfrentamiento democrático institucional con España. Catalunya con mil años de historia, o siendo el pueblo vasco el más antiguo de Europa. ¿Pero a quién tenemos que pedir permiso para decidir nuestro futuro? O despertamos o el tsunami uniformizador de la roja nos absorberá en un mundo globalizado. Pues la independencia es la única vacuna para sobrevivir ante un mundo globalizado.

Es hora de desmontar este estado de mentira de las autonomías, donde hace 30 años creo que pecaron un poco de pardillos los dirigentes vasco-catalanes. (Aunque también entiendo aquel difícil momento posfranquista).

Visça Euskadi, gora Catalunya.