Todo el debate sobre la inmigración ha llegado a un punto tan chungo que, antes de admitir que no existen las soluciones mágicas con las que pretenden convencer a la ciudadanía de que todo lo que no se arregla es por pura incapacidad o por maldad profunda, algunos políticos retozan en la sandez.

A lo mejor los idiotas somos nosotros, que pensamos que van en serio cuando en realidad se parten de risa a nuestras espaldas. La semana pasada, la Diputación de Bizkaia alertaba de que la situación de acogida de menores extranjeros no acompañados es de emergencia por saturación del sistema. No se le prestó un minuto de atención en la conferencia interautonómica convocada a los dos días para tratar la gestión de la inmigración ni en la posterior del Gobierno español, el PP y los presidentes de Canarias y Ceuta.

Eso sí, los de Núñez-Feijóo han esquivado el primer veto de Vox en las cuentas autonómicas porque, tras la advertencia de que se las tumbarían si pactaban el reparto del esfuerzo en la asistencia de los menores, curiosamente no hubo acuerdo al respecto. Es difícil anticipar soluciones cuando se envía como representante a quien pedía en verano desplegar a las Fuerzas Armadas en torno a Canarias para evitar la llegada de cayucos. La ignorancia es atrevida, la manipulación, aún más. Miguel Tellado sabe –y, si no, ya está sobrando– que la Armada estaría obligada a rescatar a personas en dificultades en el mar, no a cañonearlas. Es derecho internacional del mar. Ya puede desplegar usted a toda la flota, que si la usa para forzar el retorno de una embarcación precaria estaría cometiendo un crimen. Quizá por eso estos días Tellado prefirió ser más inconcreto y decir que los frene Frontex. A no ser que esté diseñando una inexpugnable defensa de carros de combate... en medio del Atlántico.