Como personas, como sociedad nos encontramos en una era distinta a todas las anteriores. Seguramente, no hay día que no nos toque oír hablar de la inteligencia artificial (IA) y, probablemente, no únicamente oigamos hablar de ella, seguramente también empezamos a “estar” familiarizándonos con la misma, bien porque la estemos utilizando en muchos de nuestros ámbitos; profesional, familiar o por cualquiera otra razón.
La inteligencia artificial se define como el campo de estudio de la informática que se centra en la creación de sistemas y programas capaces de realizar tareas que requieren inteligencia humana. Esto incluye, entre otras cosas, habilidades como el aprendizaje, el razonamiento, la percepción, la comprensión del lenguaje natural y la toma de decisiones.
Para su uso, la IA se apoya en diversas disciplinas como la matemática, la psicología, la neurociencia y la filosofía, y utiliza técnicas como el aprendizaje automático (machine learning), el procesamiento de lenguaje natural, y la visión por computadora, entre otras. Su aplicación abarca múltiples sectores, desde la medicina y la educación hasta la industria y el entretenimiento.
El potencial de la IA es inmenso, más si consideramos en el entorno en el que nos encontramos, marcado por una era tecnológica que impulsa, fuertemente, la transformación digital de la industria, de la administración y de la sociedad en general.
En este sentido, el potencial de la inteligencia artificial es vasto y multifacético, y abarca múltiples áreas y aplicaciones. Aquí hay algunos puntos clave que destacan su potencial por ejemplo en el ámbito de las empresas:
1. Automatización de Tareas: La IA está ayudando a automatizar tareas repetitivas y que requieren tiempo, esto está permitiendo a las personas concentrarse en actividades más estratégicas y creativas.
2. Análisis de Datos: ya es una evidencia que la IA procesa y analiza grandes volúmenes de datos de manera más rápida y precisa que los humanos, lo que ayuda a las empresas a tomar decisiones de manera ágil y certeras.
3. Desarrollo de Productos: La IA también está acelerando el proceso de investigación y desarrollo en campos como la biotecnología, facilitando descubrimientos y la creación de nuevos productos.
Y así, podríamos seguir enumerando muchos puntos más.
No cabe duda de que todo esto facilita y mejora la competitividad de las empresas, y cada vez son más las empresas que utilizan la IA para mejorar sus procesos, productos, modelos de negocio. Sin embargo, también es importante considerar los desafíos y riesgos asociados a la implementación de la IA, como la privacidad, la ética, el sesgo en los algoritmos y el impacto en el empleo. Por lo tanto, es crucial abordar estos temas para maximizar los beneficios de la IA mientras se mitigan sus riesgos.
Dicho esto, lo ideal es poder compatibilizar la IA con la inteligencia humana o natural, es decir, la que es innata de las propias personas. Por ello, una forma adecuada de trabajar con estas dos inteligencias sería la siguiente:
1.- Complementar ambas inteligencias: Utilizar la IA para automatizar tareas repetitivas, análisis de datos y procesos rutinarios, permitiendo que las personas empleadas se enfoquen en actividades que requieren creatividad, empatía, toma de decisiones complejas y pensamiento crítico.
2.-Capacitar y formar: Invertir en programas de capacitación para que las personas empleadas comprendan cómo funciona la IA, sus capacidades y limitaciones, y puedan aprovecharla al máximo en sus funciones laborales.
3.-Posicionar a la persona en el centro: Desarrollar tecnologías de IA intuitivas y fáciles de usar, consiguiendo interacciones fluidas entre las personas y las máquinas.
4.-Cuidar la Ética y la transparencia: Implementar políticas claras sobre el uso de la IA, garantizando la transparencia, la protección de datos, la equidad y la responsabilidad en las decisiones automatizadas, para generar confianza en las personas empleadas y clientes.
5.-Fomentar la participación activa de las personas empleadas: Involucrar a las personas trabajadoras en la implementación de soluciones de IA, solicitando su feedback y fomentando una cultura de colaboración y adaptación.
6.-Trabajar con flexibilidad y adaptabilidad: crear entornos laborales que se puedan ajustar a los cambios tecnológicos, permitiendo una integración de la IA de forma orgánica y beneficiosa tanto para la empresa como para su ecosistema.
El hecho de adoptar un enfoque que valore la complementariedad entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana o natural, hará que las empresas puedan potenciar su innovación, eficiencia y bienestar laboral, creando un ecosistema colaborativo donde ambas inteligencias se potencien mutuamente.
No cabe duda, de que en esta nueva realidad empresarial en la que nos encontramos las personas somos ( y tendremos que hacer para que así sigamos siendo) el alma máter de las empresas, para lo que el pensamiento y valores de Arizmendiarrieta siguen plenamente vigentes en este siglo XXI en el que algunos de los grandes dilemas son la revolución tecnológica y un nuevo orden mundial. l
Directora de Servicios de GAIA y miembro de Arizmendiarrieta Kristau Fundazioa
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