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Erredakziotik

Olga Sáez

Jefa de contenidos de Lurraldea

Bullying & asesinato

El pasado martes miles de estudiantes recorrieron las calles de Bilbao en contra del acoso escolar. Ese día lo hacían en protesta por la última muerte, la de la joven de 14 años Sandra Peña que terminó con su vida al no poder superar la presión de su entorno escolar. Es el último caso de muchos que se producen cada año y a los que muchas veces la comunidad escolar, los familiares y los compañeros hacen oídos sordos y ojos ciegos. No es la primera vez que escribo sobre esto, porque tristemente conozco más de un caso a mi alrededor y más de una situación que se mantiene con la mayor impunidad. Detectarlo no es tan difícil como se dice, siempre hay indicios de niños que viven su niñez y adolescencia en soledad porque se sienten apartados. A veces, ese desprecio al que se sienten sometidos les persigue de centro y centro para dar argumentos a aquellos que se escurren el problema atribuyendo estas situaciones a la propia vulnerabilidad de esos niños o niñas. Lo cierto es que sí, son vulnerables, probablemente son diferentes, como se suele decir, pasto de burlas, pero eso no le da derecho a nadie a reírse, vejarlos o hacerles el vacío. Apoyo incondicionalmente cualquier manifestación al respecto, pero creo que mientras los aitas y amas, los compañeros de clase y los profesores no miremos para otro lado hasta que no nos toca en nuestras propias carnes todo eso puede quedar en un acto de solidaridad muy bonito y que sin duda arropa a las familias afectadas, pero se necesita un paso más para evitar nuevos casos de bullying que al final son asesinatos.