La desafección
La primera entrevista en meses a Pedro Sánchez, después de un verano de grandes incendios y, sobre todo, con el fuego que prendieron Cerdán y Ábalos en la sede del PSOE, fue menos vista que una a Bertín Osborne jubilado ya de la música y cuyo último hito ha sido una exclusiva de otra época para hablar de su hijo más pequeño. No solo eso: el reestreno de Pepa Bueno “solo fue lo sexto más visto en televisión” en el día. Un lunes. La desafección hacia la política en España resulta preocupante porque el hueco lo ocupan los ultras, pero lo entiendo, yo mismo cambié de canal, cansado de la sensación de que Sánchez me toma por idiota.
Ese es el problema
Cuando Pablo Casado era el líder de la oposición en España, Pedro Sánchez prefería enfrentarse a Santiago Abascal. Cuando Alberto Núñez Feijóo cogió aquel relevo pegajoso, el presidente español decidió ningunearle cuerpeando con el de Vox. Así uno de los que más ha engordado al monstruo ultra ha sido Sánchez, por interés y sin responsabilidad. Pero esta tragedia (porque el ascenso de los fascistas es una tragedia, siempre) tiene muchos padres: “Nuestras ideas cada vez son más aceptadas”, recogen en The Objective. Por eso “Vox inicia el curso centrado en inmigración”, porque el PP y muchos medios se la han comprado.
Y los colaboracionistas
Es Sánchez, es el PP, son los medios de comunicación irresponsables y que quieren echar a Sánchez de Moncloa (por lo que sea), y son los influencers que tienen audiencias abultadas y muy jóvenes. “El youtuber Dalas Review celebra la agresión fascista al periodista Román Cuesta”, leemos en El Plural. Debemos tener mucho cuidado con lo que ven nuestras hijas y nuestros hijos, con a quién siguen y con los “amigos” que les mandan links, porque la mayoría de influencers son profundamente españoles y, de esa mayoría, casi todos difunden el discurso más extremo por ignorancia, por ideología (fachilla) o por los clics.
Los que se alejan “aún más”
En el debe de Pedro Sánchez estará siempre haber cebado a Abascal. En el de Núñez Feijóo algo mucho peor: contar con él. El PP ha volado los puentes, con expertos en explosivos como Tellado y De Andrés, confiado en que podrá contar con el apoyo de Vox y en que podrá pagar el precio que los ultras les pidan. Por eso “el PNV y Junts se alejan aún más del PP por su discurso recentralizador” (El Diario). Es “en la crisis del fuego” y es en todo lo demás: las fuerzas que han hecho históricamente de bisagras en la gobernabilidad de España se autodescartan si los goznes los pone Vox. Algo que sabemos todos, también en el PP.
A Podemos le parece bien
Somos vascos y conocemos el chantaje que hacen los partidos autoproclamados de izquierdas en la oposición. Ante una negociación presupuestaria piden la luna y el sol para acusar al gobierno de no ser suficientemente progresista ni social. La misma estrategia (nada nuevo bajo el sol) sigue Podemos en España: “No son imposibles sino medidas de izquierdas”, dicen “sobre sus exigencias al Gobierno en los PGE”. Si PSOE y Sumar no aceptan esas peticiones, la acusación es fácil: no son de izquierdas y, de este modo, en “la izquierda” solo quedan los morados. También en la irresponsabilidad: un adelanto electoral, ¿a quién beneficiaría?